Es preciso velar por la seguridad de otros en todo momento cuando se juega al golf.

Nos tenemos que ir a una de las primeras reglas del golf, concretamente a la Regla 1.2a, para saber cuál es la conducta esperada de los jugadores en un campo de golf. En principio parece fácil de entender. Sencillamente nos dice la Regla que se espera que todos los jugadores jueguen de acuerdo con el espíritu del juego.

Qué significa jugar de acuerdo con el espíritu del juego

Representa jugar cumpliendo una serie de conductas, entre estas se encuentran las de:

· Actuar con integridad – por ejemplo, cumpliendo con las Reglas, aplicándonos las penalizaciones en las que pudiéramos incurrir y siendo honestos en todos los aspectos del juego.

· Mostrar consideración hacia los demás – por ejemplo, jugando a un buen ritmo, “velando por la seguridad de otros” y no distrayendo a otros jugadores durante su juego.

· Cuidar el campo – por ejemplo, reponiendo chuletas, alisando los bunkers, reparando piques de bola y no causando daños innecesarios al campo.

De estas conductas esperadas hay una a la que deberíamos prestarle una especial atención y requerir su cumplimiento a todos nuestros compañeros de partida. Esta es la de “velar por la seguridad de otros”, y esta seguridad pasa por gritar ¡Bolaaa! o ¡Fore! cuando nuestra bola no sigue la dirección inicialmente prevista y se dirige hacia una zona donde hay público.

¿Pero por qué no gritamos Bolaaa?

Los que somos aficionados al golf y además seguimos las grandes competiciones de golf, como la misma Ryder o el Open Británico, tenemos la predisposición a imitar muchas de las conductas que hacen las principales figuras del mundo, acciones como ver la línea de nuestro putt de frente, de un lado y del otro del hoyo, hacer tres o cuatro swings de práctica, lanzar al aire una brizna de césped para comprobar la dirección e intensidad del viento, etc.

Son prácticas que incorporamos, casi involuntariamente, a nuestro rutina en nuestras intrascendentes partidas y que desde el punto de vista de resultados, desafortunadamente, no contribuyen a mejorarlos.

Hay una, bastante peligrosa y que parece estar imitándose e instaurándose en el mundo del golf amateur, que es la de no gritar ¡Bolaaa!

En el campo profesional, desafortunadamente, no son muchos los jugadores que veamos en televisión que cumplan con esta norma básica de etiqueta y que griten ¡Bolaaa! cuando le salga un tiro desviado. La mayoría se limitan a seguir el vuelo de la bola y, como mucho, se puede esperar que indiquen con el brazo la dirección que sigue su bola.

Podríamos preguntarnos cuáles son las razones que llevan a esa conducta en el campo profesional. Entre estas posibles razones se podría mencionar que los jugadores confíen en una carambola con algún espectador, carambola que le proporcione un rebote favorable, acabando la bola en una posición mejor que la que habría tenido si no hubiera sido desviada. Al fin y al cabo, si golpean a alguien se soluciona la mayoría de las veces, que no todas, con una bola o un guante firmado.

En el mundo amateur, afortunadamente, se suele ser más respetuoso con esta regla de etiqueta, si bien, como todos hemos podido comprobar en alguna ocasión, hay excepciones y estas parecen que están aumentando.

Dejemos de imitar a los “pros”, al menos en esto…

Todos sabemos que gritar tiene muchas funciones y muchos beneficios para la salud, entre estas se encuentran:

· Ayuda a liberar y calmar tensiones.

· Mitiga los ánimos y mejora el equilibrio emocional.

· Ayuda a descargar frustraciones.

· Atenúa la angustia, la ansiedad y el dolor: gritar es un sedante.

· Produce placer y además libera endorfinas.

Pero independientemente de esos beneficios desde el punto de vista médico, hay uno que convendría tener muy presente cuando se pega una bola desviada, ya que podemos evitar que un mal golpe produzca lesiones a otros.

Así que aprovechemos todas estas ventajas, cumplamos con la conducta esperada de todos los jugadores de golf, evitemos poner en peligro a otras personas en el campo y por favor gritemos a pleno pulmón ¡¡¡¡ Bolaaaa!!!

Por Vicente Juan Olmos Blázquez

Juez-Árbitro Nacional